martes, 7 de junio de 2011

Un cocinero llamado Leonardo

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No creo que exista un ser humano que no sepa quien es Leonardo Da Vinci. Hasta los iletrados probablemente habrán oído algo de él y de sus hazañas.
Era un trabajador incansable, como lo demuestran muy bien estas expresiones de Freud
“Es como alguien despierto cuando todos los demás aún duermen”.



Los 67 años de su intensa vida testimonian la aseveración de Freud.

 Nota: Aseguro a todos los pasionarios y pasionarias que en esta entrega encontrarán gráficos encantadores y muy ilustrativos del tema.”




En el “momento de LeonardoEuropa se haya en plena efervescencia, es el momento de renovar la faz del mundo y este genio del renacimiento se encuentra en Florencia, desde donde se proyectó un cambio radical en el pensamiento del mundo civilizado durante los siglos XV y XVI que alcanzó todas las facetas de la vida.

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Cuando los monarcas franceses Carlos VIII, Luis XII y Francisco I invaden el norte de Italia, quedan deslumbrados por el escenario sorprendente que se presenta ante sus ojos. Y uno de estos escenarios lo constituye la cocina, en la que Leonardo (su amor por ella era antológico y casi rayando en los patológico) ocupa un lugar de honor. 

Él adquiere el amor por la cocina desde muy pequeño. Su madre Caterina (de cuya relevancia en le vida de Leonardo se han hecho hasta tratados de psicología) se había casado con Aaccatabriga, un encantador y glotón reportero que inculca a Leonardo todo lo que la cocina tiene de arte y sutileza, además de permitirle moldear su grandes proyectos con mazapanes (deliciosos bocadillos dulces elaborados principalmente con almendras y azúcar cuyo origen se encuentra en Arabia, aunque algunos aseguran que en Persia).

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Andrea de Verrochio


Cuando su verdadero padre le mete de aprendiz en el taller de Verrochio, adquiere sus conocimientos, se atiborra de dulces (hasta el punto que castigado castiga por tragón) y decide, para aumentar sus escasos ingresos, trabajar por las noches sirviendo en una famosa taberna llamada “Los tres Caracoles”, cuyas cocinas quedan a su cargo tras morir por envenenamiento todos los cocineros de la taberna. En esta taberna es donde Leonardo comienza a realizar sus primeros ensayos sobre la cocina. ¿Acaso sus ensayos envenenaron a los cocineros?

Intenta elaborar platos con porciones muy pequeñas, presentados con una estética cuidada, que sustituyan los platos llenos a rebosar que se servían antes. Algo contraproducente en una época en la cual la gente no conocía mucho, todavía, de los refinados modales imprescindibles para una buena comida. El fracaso de este intento fue famoso y por poco le cuesta la vida si no llega a huir. 



Pero Leonardo vuelve a la carga cuando en el verano de 1478 se quema la bodega de la taberna y con su amigo Botticelli abre un establecimiento: “La Enseña de las Tres Ranas”, que vuelve a fracasar. La gente se negó otra vez a contentarse con cuatro pequeñas rebanadas de zanahoria y una anchoa sobre un plato.

Con una fuerte depresión este artista y cocinero abandona Florencia y viaja a Milán en 1482, en donde él mismo elabora una carta de presentación para Ludovico El Moro, que allí gobernaba, que entre otras cosas, dice:
«… Soy maestro en contar acertijos y atar nudos. Y hago pasteles que no tienen igual».

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Lo nombran consejero de fortificaciones y maestro de festejos y banquetes de la corte de los Sforza.

Aquí es donde empieza las anotaciones de sus cuadernos: “Notas de cocina de Leonardo da Vinci” (su nombre original es "Codex de la cocina Romanoff"), descubiertas en 1982.

Aquí también hace modelos de sus proyectos de fortificaciones con azúcar y gelatinas temblorosas.

Cuando se va a casar una sobrina de los Sforza trata de imponer de nuevo sus recetas:
Una anchoa enrollada descansando sobre una rebanada de nabo tallada a semejanza de una rana; pata de una rana sobre una hoja de diente de león.
Menú que Ludovico rechaza y encarga otro a base de:
600 salchichas de sesos de cerdo de Bolonia; 1.200 pasteles redondos de Ferrara; 200 terneras, capones y gansos; 2,000 ostras de Venecia; 60 pavos reales, cisnes y garzas reales…

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Máquina para hacer espagueti inventada por Leonardo


En su cuadernos de cocina aparecen los espaguetis (la forma en que hoy los conocemos fue un invento de Leonardo); el diseño de su asador automático (precursor de la cocina moderna); la idea de un calentador de agua alimentado con carbón; una máquina picadora de res; inventa y fabrica un cortador de berros (en la demostración se desboca y mata a seis miembros del personal de cocina y a tres jardineros (pero que luego se emplearía, con gran éxito, contra las tropas invasoras francesas), introduce música en las cocinas utilizando tambores mecánicos con manivelas de mano, fuelles para eliminar humos; un sistema de lluvia artificial por si hay un incendio (¡!); la servilleta, el tenedor de tres dientes para enrollar mejor los espaguetis a los que él llamó cordeles de lira; etcétera.

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Picadora de res de Leonardo


Cuando Ludovico le conmina a pintar “La Santa Cena”, el prior del convento, desesperado de las extravagancias culinarias de Leonardo, escribe a Ludovico estas significativas palabras:
«… insiste en que se prueben todos los vinos hasta dar con el adecuado para su obra maestra…, y dispone a su antojo de nuestras cocinas día y noche.., y luego, dos veces al día, hace sentarse a sus discípulos y sirvientes para comer de todas ellas. Mi señor, os ruego que deís prisa al maestro, amenaza con dejarnos en la ruina.»

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Al final, después de tantas pruebas culinarias, se decide por unos simples panecillos, un puré de nabos y unas rodajas de anguila, y los comensales acabaron teniendo siete vasos casi vacíos, quizás por haber probado tantos vinos. (Si aquella idiota que me tildó de irreverente por  usar la idea de "La Santa Cena"  para la publicidad de mi obra teatral "Barrio 7 Tumbas" hubiese estado enterado de esto no habría hecho su ridícula, fanática e ignorante imputación.)

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El asador automático de Leonardo


Cuando llega a Cloux, donde pasará los tres últimos años de su vida, el rey Francisco, gran aficionado a la cocina, utiliza a Leonardo como tapadera para sus visitas “ilícitas” a la cocina. Se construye un túnel entre el gran palacio y la pequeña casa y, día tras día, él y Leonardo se pasan las horas experimentando en la cocina.





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Cocina al aire libre inventado por Da Vinci


Le regala al rey su “Mona Lisa” y su “San Juan”; pero no la caja negra que contenía la máquina de preparar espaguetis. Se cuenta que quizás murió en los brazos del rey Francisco.

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Especie de rotizador automáticos de Leonardo


Leonardo también dejó escritas algunas notas de urbanidad curiosísimas, no exentas de buen humor, para los comensales, durante la comida que detallaremos al final de la enrega.


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Leonardo inventó el sacacorchos


La cocina de Leonardo era suave, riquísima en sabor y extrañamente demasiado cruda:




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Cocina diseñada por Leonardo


“No hay que cocinar en exceso las verduras para que no perdieran sus colores exultantes y naturales.”

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Molinillo creado por Leonardo


Cuando murió en 1519 se encontró en un baúl abandonado su cuaderno de recetas que es un verdadero tratado de gastronomía.

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Peligrosa cortadora de berros inventada por Leonardo


Como no podía ser de otra manera, sus consejos sobre cómo cocinar carnes y vegetales están saturados de comentarios.

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La cortador de ajo creada por Leonardo


“Me siento triste -escribió en una oportunidad- porque durante todo el día he estado examinando los platos de polenta... ¡y qué aburrida resulta la pobre en su apariencia!”

En otras ocasiones se divertía con advertencias como ésta:

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Utencilios de cocina inventados por Da Vinci


“Si hay un asesinato planeado para la comida..., entonces es mejor que el asesino se siente a la derecha de aquel al que piensa matar, no vaya a ser que altere la conversación del resto de los comensales...”.

Otros inventos en la cocina:
Una correa transportadora de leños, una rebanadora de pan automática, un sistema de lluvia artificial  y un aparato para aturdir a las ranas que intentasen colarse en el barril de agua dulce.

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Maquina aturdidora de ranas inventada y fabricada por Leonardo

Su visión peculiar del protocolo en la mesa:

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Leonardo creó en Milán la base para el protocolo moderno en una mesa


-Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
-Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa.
-Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.
-No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
-No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
-No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar -sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.
-No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
-Ni utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.
-No ha de limpiar su armadura en la mesa.
-No ha de tomar la comida de la mesa y ponerlo en su bolso o faltriquera para comerla más tarde.
-No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa misma fuente.
-No ha de escupir frente a él.
-Ni tampoco de lado.
-No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.
-No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos.
-No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles.
-No a de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está conversando.
-No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).
-No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa.
-Ni tampoco serpientes ni escarabajos.
-No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa (a menos que mi señor así se lo requiera).
-No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama.
-No ha de conspirar en la mesa (a menos que lo haga con mi señor).
-No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos.
-Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.
-No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
-Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.
-Lo mismo si va a orinar.

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Este era el cocinero llamado Da Vinci. Después de estas informaciones parece lógico que escojiera a la mujer del carnicero para pintar su Mosa Lisa.


Gioconda


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